Raquel Reynoso es trabajadora social de formación y presidenta de la Asociación Servicios Educativos Rurales (SER), una organización peruana y miembro de la ILC que promueve los derechos humanos de las poblaciones rurales, con énfasis en las mujeres.
Desde este año, Raquel también se ha unido a la Red de Expertas y Expertos en Género de la ILC, un espacio seguro para que las y los miembros de la ILC se reúnan y compartan conocimientos, habilidades y recursos sobre la justicia de género.

Tuvimos la oportunidad de hablar con ella sobre el trabajo de SER y cómo la pandemia de la COVID-19 tuvo un impacto en el acceso de las mujeres a la tierra y la seguridad alimentaria.
¿Cómo afectó la COVID a las mujeres?
En todo el mundo, la tierra es la base de la seguridad, la vivienda, los ingresos y los medios de vida. Pero los derechos a la tierra no están distribuidos equitativamente para todos. Esto es especialmente cierto para las mujeres.
"En América Latina, las mujeres y las niñas suelen depender de sus parejas o familiares varones para acceder a la tierra", explica Raquel. "Con la pandemia, muchas mujeres perdieron a sus maridos o a miembros masculinos de la familia y se encontraron en una posición aún más vulnerable, de repente sin capacidad para reclamar derechos sobre su tierra y única fuente de sustento".
La seguridad alimentaria también se convirtió en un problema importante para muchas familias. Con los centros de distribución de alimentos cerrados debido a la pandemia, las familias dependían en gran medida del apoyo de las mujeres, como cuidadoras estereotipadas. Esto obligó a las mujeres a salir a buscar trabajos informales, lo que aumentó sus posibilidades de contraer el virus, poniéndolas a ellas y a su salud en riesgo.
Raquel también describe cómo las mujeres indígenas y rurales tuvieron que asumir más responsabilidades de cuidado debido a la pandemia. A menudo, esto se debía a que los parientes lejanos que habían emigrado a las zonas urbanas ahora regresaban a sus pueblos rurales, lo que añadía una presión adicional a las mujeres para que se ocuparan de ellos.
¿Cómo ayudó SER?
A lo largo de la pandemia, SER se centró en apoyar a las mujeres a nivel comunitario, desarrollando un proyecto de agricultura familiar. "Las mujeres suelen ser las que cultivan los alimentos porque los huertos familiares están cerca de sus casas", explica Raquel. "SER les dio un espacio seguro donde podían cultivar alimentos juntas sin el riesgo de contraer el virus".
El proyecto permitió a las mujeres tener una relación directa con la tierra, al tiempo que les daba una alternativa al trabajo informal, que las protegía del virus. El trabajo en los huertos comunitarios también reforzó el papel de las mujeres como custodias del conocimiento tradicional, ya que también cultivaban plantas medicinales que podían ser útiles para toda la comunidad.
Al unirse a la Red de Expertas y Expertos en Género de la ILC, Raquel espera poder compartir su experiencia de trabajo con mujeres rurales en la región andina de Perú. "Me gustaría aprender más sobre las experiencias de trabajo en temas de igualdad de género en las zonas rurales", explica. "Y lo más importante, me gustaría entender cómo involucrar a los hombres rurales en el proceso".
Basándose en la experiencia y el conocimiento de Raquel, así como en la amplia experiencia de los miembros de la Red de Expertos en Género de ILC, ILC puede crecer como una coalición justa de género. Confiamos en que entre los miembros de la ILC hay un tesoro de sabiduría que queremos compartir con otros miembros. Es por eso que creamos esta red de expertos en género y los seguiremos presentando a través de publicaciones de blog dedicadas mientras organizamos eventos de aprendizaje para y con los expertos en género.
La entrevista fue realizada por el pasante de género de ILC, Solomon Hayes.