Introducción
Por qué importa la desigualdad de la tierra
"La tierra puede ser un gran motor de prosperidad compartida o uno de los más penetrantes impulsores de la desigualdad". - Guereña y Wegerif (2019)
La tierra es importante no solo para las personas que depende directamente de ella, sino para todos nosotros. Proporciona bienes comunes esenciales como la biodiversidad, el agua y otros recursos naturales. Como tal, el acceso y el uso justos y equitativos de la tierra contribuyen a un clima estable, a la seguridad alimentaria, a la justicia de género y a sociedades más pacíficas e igualitarias en beneficio de las generaciones presentes y futuras (Guereña y Wegerif, 2019).
En la segunda mitad del siglo XX, la opinión predominante era que la desigualdad creaba incentivos para el progreso, especialmente en las primeras etapas del desarrollo económico, y que las economías de mercado se autocorregirían con el tiempo (Kuznets, 1955; 1963). Hoy en día está claro que la desigualdad es perjudicial para la estabilidad y el desarrollo de los sistemas económicos sostenibles y que socava la salud de las democracias (OCDE, 2014; Stevans, 2012; Stiglitz, 2012; Easterly, 2007). La desigualdad en materia de tierras no es una excepción. La desigualdad de la tierra, junto con otras formas de desigualdad, conduce a la concentración del poder político, impulsando una mayor acumulación de riqueza y poniendo en peligro el desarrollo socioeconómico equitativo e inclusivo (Giridharadas, 2018; Guereña, 2016).
La desigualdad de la tierra se sitúa en el centro de otras formas de desigualdad. Está fundamentalmente relacionada y a menudo es central para desigualdades más amplias, como la desigualdad de la riqueza, la desigualdad política, la desigualdad social, la desigualdad de género, la desigualdad ambiental y la desigualdad espacial, en particular en las sociedades agrarias.
La desigualdad en materia de tierras también subyace a las crisis y tendencias mundiales contemporáneas, como se refleja en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Puede empeorar el declive democrático (ODS 16), las crisis climáticas y ambientales (ODS 13, 15), el riesgo de enfermedades pandémicas (ODS 3, 6), la migración masiva (ODS 10), el desempleo (ODS 8), y la injusticia intergeneracional (ODS 16). La desigualdad de la tierra afecta al bienestar, los medios de vida y las oportunidades de todos nosotros, y hace que corra aún más peligro la función de protección que la distribución equitativa de la tierra puede desempeñar con respecto a estas tendencias y crisis mundiales más amplias. Además, la desigualdad de la tierra es fundamental para casi todos los ODS. Si no se aborda la desigualdad en materia de tierras, no será posible lograr un desarrollo inclusivo y sostenible que "no deje a nadie atrás".
Figura 1: La tierra y la igualdad de la tierra son fundamentales para lograr los ODS
Sin embargo, lo que la evidencia disponible nos dice es que la desigualdad de la tierra está aumentando en la mayoría de los países del mundo.
Peor aún, además de este aumento, las nuevas mediciones de la desigualdad de la tierra desarrolladas en el marco de esta Iniciativa sobre la Desigualdad de la tierra indican que la concentración de tierras es, en promedio, un 41% más alta que la registrada anteriormente. Se observa que el 10% más rico de la población rural de los países de la muestra obtiene el 60% del valor de las tierras agrícolas, mientras que el 50% más pobre de la población rural, que por lo general depende más de la agricultura, solo controla el 3% del valor de la tierra (Bauluz et al., 2020). La desigualdad de la tierra también se manifiesta en numerosas formas ocultas, no solo como acumulación directa de tierras, sino también a través de otros mecanismos que permiten el control de la tierra y la apropiación del valor de la misma y de las actividades que se realizan en ella (Wegerif y Anseeuw, 2020). Por lo tanto, la desigualdad de la tierra no solo es más opaca y difícil de controlar, sino que también está más concentrada de lo que se pensaba.
Los pequeños productores, campesinos y pueblos indígenas -que por lo general producen más valor neto por unidad de superficie que las grandes empresas, y cuyas prácticas de uso de la tierra también tienden a apoyar la biodiversidad, unos suelos más sanos, los bosques y el abastecimiento de agua- deberían ser fundamentales para el desarrollo equitativo y sostenible, pero están cada vez más excluidos mientras que las tendencias mundiales favorecen la concentración de la tierra. El empeoramiento de la desigualdad en materia de tierras causa conflictos y pone en peligro aún más el acceso a la tierra, los derechos sobre la tierra, el control sobre la tierra, la capacidad de adopción de decisiones relativas a la tierra y, por consiguiente, las condiciones de vida de quienes viven y dependen de la tierra. Estas personas suelen ser las más vulnerables, como los pequeños agricultores, los pastores, los indígenas, las mujeres y las niñas, los sin tierra, los ancianos y los jóvenes (De Schutter, 2011). Muchos de ellos dependen (o dependían) de los derechos colectivos a la tierra para su subsistencia.
No se puede ignorar la desigualdad de la tierra. La importancia de los derechos a la tierra seguros y equitativos se reconoce ampliamente, incluso en marcos y declaraciones internacionales como los ODS, las Directrices voluntarias sobre la gobernanza responsable de la tenencia (VGGT), el Marco de acción y directrices sobre política agraria en África, la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW), la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (UNDRIP), entre otros. Sin embargo, las tendencias actuales de la desigualdad en materia de tierras ponen de relieve la necesidad de ir más allá de los mecanismos que históricamente han permitido a las sociedades humanas controlar el desarrollo de esas desigualdades.
Será necesario replantearse la redistribución de la tierra, los impuestos sobre la tierra, la reglamentación de los mercados y la responsabilidad de los inversores, junto con modelos de desarrollo innovadores e inclusivos, a la luz de las circunstancias contemporáneas para lograr sociedades más resilientes, sostenibles y equitativas en general.
El reto consiste en lograr un cambio real, y para ello se requiere mucha más información, datos de calidad y transparencia. A fin de contribuir a trazar un nuevo camino, los miembros y asociados de la Coalición Internacional para el Acceso a la Tierra (ILC) han puesto en marcha la Iniciativa sobre la Desigualdad de la tierra. Sus objetivos son elaborar datos más fiables sobre la desigualdad de la tierra entre las poblaciones agrarias de todo el mundo; proporcionar pruebas y análisis que permitan comprender mejor la desigualdad de la tierra y sus vínculos complejos e interrelacionados con desigualdades más amplias; y dotar a quienes trabajan por una distribución más justa de la tierra de los conceptos e instrumentos necesarios para hacerlo con mayor eficacia.
El presente informe es una síntesis de las principales conclusiones de la fase de investigación de la Iniciativa sobre la Desigualdad de la tierra y tiene por objeto ofrecer ideas, datos e instrumentos para comprender y medir la desigualdad de la tierra y responder mejor a los desafíos que plantea sobre el terreno.
Desigualdad de la tierra y la Coalición Internacional para el Acceso a la Tierra
ILC es una alianza mundial de organizaciones intergubernamentales y de la sociedad civil. Entre sus 270 miembros, existen perspectivas muy arraigadas y diversas sobre la desigualdad de la tierra y sus implicaciones. Sin embargo, los miembros de la ILC comparten el objetivo común de promover el acceso seguro y equitativo a la tierra y el control de la misma para todos, en particular para las mujeres y los hombres en situación de pobreza. Los miembros de la ILC, incluidas las organizaciones que desempeñan un papel destacado dentro del sistema multilateral en materia de gobernanza de la tierra y de sostenibilidad más amplia, están de acuerdo en una visión común:
"Trabajaremos para fomentar modelos de inversión en la agricultura y otras actividades rurales basadas en la tierra que sean sostenibles desde el punto de vista social, económico y ambiental y que reduzcan la pobreza y el hambre. Contribuiremos a fortalecer la capacidad de los usuarios locales de la tierra, los pueblos indígenas, los trabajadores agrícolas y sus organizaciones, y a crear incentivos para que se realicen más inversiones en y por los pequeños productores en lugar de transferencias o concesiones de tierras en gran escala. Creemos que estas inversiones y la lucha contra la pobreza deben ir de la mano y deben estar estrechamente ligadas a unos derechos sobre la tierra seguros y equitativos para los productores en pequeña escala, a los que se debe reconocer como los principales inversores en tierra y agricultura".
Recuadro 1: Un análisis de la desigualdad rural
La desigualdad de la tierra está relacionada con la pobreza, el crecimiento económico desigual, la inseguridad alimentaria, el cambio climático, la injusticia de género y los conflictos sociales tanto en el medio rural como en el urbano. Conscientes de los vínculos entre la tierra y las dimensiones urbanas de la desigualdad, la ILC y la Iniciativa sobre la Desigualdad de la tierra se centran principalmente en las tierras rurales, ya que la Coalición rinde cuentas principalmente a las personas que viven en y de la tierra. Una parte importante y cada vez mayor de los miembros de la ILC representa directamente a los agricultores familiares, las mujeres rurales y los pueblos indígenas.
Metodología
En 2019, un amplio consorcio coordinado por la ILC lanzó la Iniciativa sobre la Desigualdad de la tierra. Los expertos elaboraron un Documento Marco inicial, basado en un examen de la literatura pertinente, que fue aprobado por un grupo de referencia de especialistas de renombre internacional sobre cuestiones relacionadas con la desigualdad de la tierra. En el Documento Marco se esbozaron las principales tendencias y factores impulsores de la desigualdad de la tierra, se identificaron y examinaron los principales problemas y lagunas en su medición y se elaboraron la orientación y la metodología futuras del proyecto.
En consonancia con el marco metodológico, se encargaron documentos sobre diversos temas, con el apoyo de ocho estudios de casos, un documento de datos, un documento de metodología de datos y cinco documentos centrados en las soluciones a la desigualdad de la tierra (véase la lista al final del informe). Estos documentos fueron examinados y redactados por instituciones y autores seleccionados a través de una convocatoria abierta, y tenían por objeto ampliar y difundir tanto los estudios existentes como los nuevos sobre la desigualdad de la tierra y promover las experiencias, los conocimientos y las investigaciones en la materia de expertos y organizaciones de base.
Figura 2: El marco de investigación de la Desigualdad de la tierra
El presente informe de síntesis recoge las principales conclusiones de estos estudios, complementadas con una serie de recursos clave, principalmente literatura académica y publicaciones de organizaciones internacionales y de la sociedad civil, que ponen de relieve la gravedad de la situación actual y la necesaria atención que merecen la desigualdad de la tierra y la desigualdad en general (por ejemplo, Oxfam, 2020a; 2020b; 2019; 2017; DAES, 2020; PNUD, 2019, entre muchos otros).
Los nuevos conocimientos derivados de la Iniciativa sobre la Desigualdad de la tierra de la ILC servirán de base para futuras actividades de promoción y campañas y para el establecimiento de Una herramienta a más largo plazo que permita medir y monitorear la desigualdad de la tierra a nivel mundial.